Desde el 25 de mayo de 1810, donde comenzó nuestro sueño de libertad, tan bien expresado seis años después en el acta de la independencia, siempre «protestando al cielo, a las naciones y hombres todos del globo», contra las injusticias del imperialismo político y económico, pasaron muchos aires de ilusiones y desalientos.
¿Cómo poder resumir la construcción de una esperanza en todos estos años?
¿Cuál es la forma verdadera de ese dibujo?
¿Cómo reconocer los arabescos magistrales o las líneas equivocadas?
En estas correcciones, siempre el tiempo nos ayuda a ver mejor el diseño de nuestra historia, teniendo a la memoria como mejor herramienta para revertir trazos malogrados.
Pero las décadas también nos ayudan a descubrir los mejores colores y las texturas de nuestros aciertos.
En doscientos años nuestra tierra ha dado pensadores y hombres de ciencia indispensables, artistas que hicieron de la belleza algo parecido a la felicidad de nuestras vidas, deportistas heroicos como los viejos guerreros, mujeres hermosas de inteligencias visionarias, héroes, aparentemente anónimos, trabajando diariamente por un mundo más justo y solidario.
Arturo Jaureche, dejó al descubierto en su estudio «La colonización pedagógica», la estrategia de los países coloniales para poder oprimir a los pueblos colonizados: Hacer que no crean en ellos mismos.
Más de una vez, esa «fascinación por lo ajeno y desprecio por lo propio» nos jugó una mala pasada, enturbiando el agua y ensuciando los matices de nuestra paleta de colores.
En la dinámica de la educación, todo hecho de la historia se vuelve contemporáneo y nos interpela desde el presente.
¿En qué consistirá nuestro compromiso ciudadano?
¿Cómo se relacionan las decisiones económicas y la independencia política?
Preguntas para pensar juntos, como agradecimiento a tantas almas que lucharon por una nación libre.